Hace 98 años nacía en Rosario este profesor universitario, ingeniero y físico argentino, declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad.
El 24 de septiembre de 1918 nacía Mario Eduardo Guido Báncora, en Rosario. En 1936, egresó del Colegio Nacional Nº 1 de la mencionada ciudad, con el promedio más alto de su promoción. Situación similar vivió al recibirse de ingeniero civil en la Universidad Nacional del Litoral, con un promedio de 8.86. En 1943, las altas calificaciones obtenidas en su carrera universitaria junto a las recomendaciones del por entonces rector de la casa de altos estudios, Cortez Plá, entre otros, le permitió obtener una beca en el Instituto Internacional de Educación para especializarse en Física atómica, en la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos.
En 1946, tras finalizar sus estudios, Báncora recibió numerosas ofertas laborales para continuar trabajando en Estados Unidos, sin embargo, decidió regresar al país sumándose ese año a la Facultad Ingeniería en calidad de profesor de la materia Física I, pero con el correr de los años organizó y dictó como primer profesor, las asignaturas de Física II, III, IV, V y Física Electrónica, que la Facultad incorporó definitivamente a sus planes de estudio.
Una vez instalado en Rosario participó en un proyecto que muchos consideraron excesivamente ambicioso: la construcción del primer ciclotrón sudamericano con la utilización de material en gran parte proveniente de diversas industrias de la zona. De esa manera, logró su construcción. También organizó el Departamento de Física Atómica de la universidad. Armó la cúpula de aluminio y madera y el equipo Carl Zeiss mod. IV del planetario de la ciudad de Rosario.
A lo largo de su carrera profesional formó parte de la Comisión Fiscalizadora del Proyecto de fusión controlada, denominado Huemul, junto a José Balseiro, Pedro Bussolini y Otto Gamba. Tras una serie de investigaciones se canceló el proyecto a cargo del austríaco Ronald Richter. Báncora fue el único latinoamericano convocado a formar parte de la comisión preparatoria del Organismo Internacional de Energía Atómica, en Nueva York.
En 2004, tras una larga trayectoria, se lo reconoció como ‘Ciudadano ilustre’ de la ciudad de Rosario, por su amplia trayectoria en el ámbito nacional e internacional, sus trabajo e investigaciones en el campo de la energía atómica y sus contribuciones al mejoramiento de la educación científica. Dos años más tarde, aquejado por el Mal de Parkinson murió el 30 de junio, a los 87 años, en su ciudad natal. Al mes de cumplirse su fallecimiento, las autoridades de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario decidieron bautizar en su nombre al edificio donde se aloja el rector nuclear de la institución, en memoria de su labor profesional y la calidad humana.